martes, 19 de mayo de 2009

El Café de los ‘80

Sonreí, y lo miré con ternura. El bebía su taza de café caliente doble en esa mañana tan fría de otoño. Habíamos encontrado un bar que nos agradó bastante, porque era acogedor y abrigado, pese a las paredes de cristal que poseía. Colgados de las paredes, se veían propagandas viejas de marcas conocidas, y fotos de automóviles clásicos que seguramente tenia mas años que el hombre que nos había servido en ese día.

Como no teníamos demasiado dinero, ni demasiada hambre; y yo había comido algunas galletitas antes de salir, pedimos tan solo un café y un submarino. Yo detesto el café, pero amo el chocolate. Eso es algo que siempre le repito, porque cuando pedimos algo de tomar yo contesto con la misma frase: “No me gusta el café”. Luego de que entráramos, empezaron a sonar temas viejos de rock nacional que solo el conocía. En realidad la que no sabía nada de rock nacional era yo. Yo le preguntaba por el nombre de la canción, el artista, de que año era, y el siempre sabia que responder. Y eso no me molestaba, me agradaba que supiera mas que yo, algo de el seguramente aprendería.

No tardo en darse cuenta de que lo observaba con curiosidad infantil, y me arrojo una señal inconfundible de que se había dado cuenta de que estaba allí, un pequeño resoplido alcanzo para apartar mis ojos de el, y concentrarme en mi submarino.

Tome la copa con las manos heladas, y disperse el calor del chocolate hirviendo para no quemarme los labios al beberlo. Tomé un sorbo que me devolvió la sensación de poder moverme. Aquella que había perdido mientras caminábamos de la mano por la ciudad.

No supe porque, pero ese día lo sentí mas cerca mío que antes. Seguro era por que el frio nos había prácticamente obligado a juntarnos mas, o porque simplemente no queríamos estar lejos del otro.

Seguí tomando mi chocolate con tranquilidad, por que me hallaba tan cómoda que no tenia ganas de levantarme de ahí. Continúe recorriendo el lugar con mis ojos, tratando de no perder detalle de ese día. Y cuando termine mi submarino, lo miré de nuevo, como preguntando si estaba bien. El no es de interpretar bien esas señales, así que me vi obligada a preguntarle con palabras. Contesto con un seco si, y esta vez fue el quien se quedo perdido entre las paredes del bar. Con disimulo, estire mi mano sobre la mesa doble que compartíamos enfrentados, y con la cabeza gacha, volví a estrechar sus manos, dispuestas al costado de su café.

El no me dijo nada, ni me miro, ni me dio ninguna señal más allá de un gruñido, que yo bien sabia que significaba “gracias”.

No pienso moverme de aqui!

No es fácil mantenerse en la decisión que uno toma.
No es fácil admitir aquello que quieres negar.
No es fácil darse cuenta de que lo que hiciste, lo hiciste de la forma equivocada.
No es fácil hacer reales los sueños.

Yo quiero brillar por luz propia, siempre. No cuando alguien se da cuenta que me quiere, si no cuando yo me aprecio a mi misma y se respetarme

Mis sueños encerrados en arcones de hierro,
Jamás verán la luz
Si no pretendo cumplirlos
Solo se llenaran de polvo

Mis recuerdos sueltos en el aire
Se dispersaran por este mundo
Si hay algo que deseo olvidar
Ninguno regresara a mi

Mis lágrimas escondidas tras los ojos
Brillan con fuerza en medio de la oscuridad
Tendidas a merced del tiempo
No terminan de caer al suelo

Y yo sigo triste pensando en como podría ser y no fue. En enmendar y remediar, pero ahora mismo quiero sanar esas heridas que tanto te duelen, no por que sea una promesa, si no por que es lo que quiero hacer
Y yo sigo perdida en mi mundo, rodeada de gente y sintiéndome sola. Seguiré hasta que sea capaz de alcanzar el cielo.
No regresaras por que no puedes. Desprecias lo cercano, y me lastimas. ¿Había algo importante para decirte? Pero ya es muy tarde para venir a escucharlo.
¿Nunca fui real? ¿En que momento perdí mi consistencia en tu mundo? ¿Cuándo me convertí en un ser inmaterial? ¿Cuándo te alejaste y lo negué? ¿Y por que todo mi esfuerzo no te vale?
Se que no tengo derecho a reclamar mucho… ¡pero yo quiero que mis deseo sean concedidos!

lunes, 11 de mayo de 2009

Escrito ayer por la noche

Te elijo.

Tengo tiempo de vida, y a la vez veo que esta se me escapa. Se que me equivoque y me caí miles de veces, pero también se que no me importo demasiado cuando todo entre los dos estaba bien.

Se que debí confiar mas en ti y saber entenderte cuando estabas triste, e intente hacerlo lo mejor posible. Se que necesitabas de mi amor, pero yo no supe dártelo de la manera correcta. Se que te di una bofetada y tu me ofreciste tu otra mejilla, y eso me frustró mucho y me quito las ganas de insistir en lastimarte. Se muy bien que no fue a propósito todo ese daño que te hice, y que me arrepiento de haberlo echo. Se bien que es difícil saber que esta bien y que esta mal, y aun así todavía no se distinguirlo. Se que todos ven esto como algo incorrecto, pero yo no puedo alejarme de ti nunca mas. Ambos sabemos como nos duele estar lejos del otro, y que ni siquiera sabemos fingir que no nos apreciamos. Ambos intentamos ser y parecer amigos, pese a que por dentro estemos muriendo por abrazar al otro y no dejarlo ir. Y decirle: “Te elijo a ti”.

Se que siempre fui una extremista en todas mi acciones, y se que por eso no puedo dejar nada de lo que tengo. Se que no quiero perder nada mas, que no quiero perderte nunca mas. Se que a veces ambos sentimos lejos al otro, como aquella tarde en la que ambos sabíamos que hacer y a la vez no queríamos dar nuestro brazo a torcer. Se que esto no podría haber sido predestinado, porque de no haber intentado acercarnos, nunca habríamos sido mas que una par de desconocidos. Se que quisimos ser perfectos para el otro, pero también que eso significaría dejar de ser lo que al otro le gusta más: el egoísmo de nuestras acciones, la terquedad de nuestras decisiones, el capricho y la crueldad oculta tras nuestras palabras, los celos sin justificativo, los celos que si tuvieron razón.

Y hoy yo solo se decir, que me arrepiento si te lastime, si te mentí, si no te trate con el amor que quería, si te hice pensar que quería alejarte verdaderamente cuando no era asi, si hice flaquear tu confianza, si traicione mis principios y los que me enseñaste, si en mi intento de dejar de ser una extremista falle estrepitosamente, si no te di la fe que te hacia falta por mas que no creas en eso, solo se decir que te hice daño…
Empezamos desde cero… como corresponde.

Yo solo quería decirte, perdón y gracias por todo, pero no como una despedida, si no como un nuevo inicio. De manera que yo ya no te haga daño, estemos juntos de verdad, si seis meses pasaron volando… los años se nos irán en un suspiro

viernes, 8 de mayo de 2009

Cielorraso

1. Cielorraso

Es azul. Eso es lo que veo. Una gran cinta azul adornada de pequeños lazos de color plateado. Doy la vuelta, hacia la ventana. Solo rejas.
Me despierto del sueño, aun dormida, me levanto descalza sobre el suelo y elevo la cabeza y contemplo el cielo.
Tan solo una ilusión, tan solo un sueño. De donde escapar, si las ventas no se abren y las puertas no existen.
Me siento en ese lugar donde solo existen este piso, las cuatro paredes, y el alto cielorraso. Y solo lloro un poco.
- ¡Oye! - oigo un susurro - ¡Tú! ¡Oye! - dice algo más fuerte.
- ¿Quién es? - pregunto con mi voz temblorosa - ¿Quién eres? - y la elevo un poco más.
- Soy alguien -
- ¿Alguien? ¿Qué nombre es ese? - pregunte dudando de que fuera una buena respuesta.
- Ah, ¿con que quieres saber mi nombre? - exclamo con voz grave- y por cierto es de mala educación responder con una duda- me reprochó.
- ¡No lo es! - respondí haciendo pucheros.
- ¡Para mí, si! - replicó- Mi nombre es Nube.
- ¿Nube? - pedí explicaciones - ¿Te llamas Nube? ¿Realmente?
Con un aspecto muy enojado me respondió:
- ¿Acaso eres sorda? Sí, me llamo Nube -
A toda esta situación, me levanté del suelo y de encima de mi cama tome un abrigo gris. Cuando me hablo intente localizarlo, y su voz me guió hacia la ventana.
- ¿Dónde estas? - lo busqué.
- Debajo de tu nariz, sorda -
Mire hacia abajo y vi una paloma blanca y gris, no muy grande, ni tampoco muy pequeña.
- No me llamo sorda - le dije.
- ¿Y cual es tu nombre? - me respondió.
- No tengo nombre – le conteste acongojada – Aquí nadie me llama, la comida solo aparece, pero nadie la trae.
La avecilla, algo turbada se disculpo.
- Perdona, no sabia eso – y bajo la cabecita.
- Esta bien – dije para no preocuparla - ¿quieres comer algo?
Su ávida mirada se levanto del marco de la ventana y me escudriño
- Si… tengo hambre.
Todos los días que siguieron, Nube seguía viniendo a visitarme, y me contaba de sus viajes. Aparentemente se había tenido que quedar en esa zona por la cercanía del invierno. Había llegado tarde para irse y necesitaba un logar donde vivir a salvo del frío.
Una tarde se quedo mirándome fijo.
- Tus ojos parecen el cielo – dijo felizmente - ¿Cómo dices que no conoces el cielo de verdad, si tienes uno muy parecido en tus ojos?
- No puedo verme los ojos – le conteste – No sabia cual era su color.
Nube voló a las celosías y se posó en la cabecera de mi cama, luego miro al techo.
- Tienen el color del cielorraso. Podrías llamarte así.
- ¿Así como? – Inquirí.
- Cielorraso – respondió.

3. El amanecer sin fronteras o el rencuentro que no pudo ser

Me senté a esperar al chico de ojos de fuego. Aguarde, y sin embargo no vino. Ha pasado tanto tiempo, que su rostro se hace borroso en mi mente.
Espere poco, por que la noche se cerraba sobre mí y me llenaba de frio. Me levante de aquel banco, tan cercano al farol sobre el cual, el estaba recostado la primera vez que lo vi. Me entristecí un poco al verme a mi ahí pero sin el. Pasaron muchos meses desde que lo vi por ultima vez, durante los cuales intente comunicarme con el y hablarle.

Son ya varios años desde que lo conozco y desde entonces siempre supo de mi, pero yo nada de el. El jamás me cuenta nada de su vida. Hay veces que siento que no confía en mi, que nunca confió lo suficiente como para decirme nada. O que simplemente no le importó.
Y caminé por las calles conocidas, de los días que pasábamos conversando de nada importante, sonriendo a 1 metro de distancia. De aquello que algún día le dije antes de alejarte. Y al final no te deje.
Voy a hacer todo lo posible para que se de cuenta de que existo en este mundo, este mundo que es tan diferente al de el.

2. El ocaso interminable o la separación de los dos

Seguimos lejos, aun. Por más que estiremos nuestras manos sobre el vacio, las palabras soñadas nunca llegaran. Los débiles ecos de un deseo acallado, sentimientos que no afloraran de mi piel. Están escondidos del mundo, tienen miedo de salir.

Si antes parecías un fanta
sma, ahora te has vuelto aun más etéreo y lejano. Desearía que tus ojos se posaran sobre mí. Cuando te conoció lo hacían con tranquilidad, con seguridad. Eres un ser valioso, pero estamos tan lejos. Si tu voz me buscase, jamás me encontraría.

Salvo en aquella esquina oscura de la primera vez.

Siento dentro de mí ser, que aquel personaje pálido no regresara al lugar de encuentro. ¿Este es el adiós? ¿O una prueba más? Que será lo que debemos afrontar alejados, extraño esos ojos llenos de un aura misteriosa, que hacen que las palabras sobren. Mi curiosidad no cesa, solo se duplica.

Quiero ver más allá de todo, soñar no tiene límites. Cuando la noche acabe cerrare mis ojos cansados, para esperarte también la próxima ocasión.

1. La noche más oscura de mi vida o el encuentro casual de los dos

En una esquina mal iluminada, en medio de las sombras, me di cuenta de que me mirabas. La luz recortando el contorno de tu silueta, revelaba la noche cerrada que se cernía sobre nosotros. Solo se vislumbraba la mitad de tu rostro.

Si pudiese apartar el velo de tu rostro para verte por completo, y quitarlo de las tinieblas, pero tus ojos me hipnotizan por completo. Me confunde la serenidad de tu mirada y el fuego de tu alma, totalmente diferentes. El hielo que rodea una enorme llamarada. Algo me dice que eres alguien complicado.

Tienes algo que apenas me deja moverme, estoy paralizada frente a alguien que me ignora, ¿sabes como se siente? ¿o te interesa saberlo? No se si es correcto encontrarte como un fantasma. Piel de suave color marfil, y ojos intensos y azules, conteniendo una mirada impetuosa. Un extraño imán para alguien como yo, pero no puedo evitar el deseo de acercarme, se, muy dentro mío, que no será una equivocación conocerte.